Antiguo Monasterio.

Habían pasado ya dos años...
Acababa de volver de París,donde había ido a seguir mis estudios.Necesité evadirme viajando a otro lugar.
Pero he vuelto para terminar la carrera aquí.
Después de que las monjas me rodearan,abrazaran,besaran y dijeran lo mucho que me habían echado de menos,caminé hacia el interior del monasterio en vusca de la Hermana Clarissa.
La encontré en la capilla.
-¡Hermana!-grité corriendo hacia ella.
-¡Evangeline,bendito sea Dios!-exclamó,estrechándome entre sus brazos.-¿Qué tal la estancia en París?
-Totalmente maravillosa Hermana Clarissa-me aparté un poco,totalmente sonriente;ella era una madre para mi.-Todo era precioso,una ciudad increible...¡ah! Tengo algo para usted-exclamé buscando en mi bolsillo.Finalmente saqué de ahí una bolsita de terciopelo negro con cordón dorado-Es un recuerdo.
La hermana lo examinó con curiosidad.Abrió la bolsa y sacó un colgante con un crucifijo de plata.
-Oh,Evan...No deberías de haberte molestado...-murmuró,entusiasmada.Se lo puso en el cuello,murmurando una oración de agradecimiento para mi mientras se santiguaba.
-Vamos,es lo menos que podrá haber hecho por usted...le debo mucho-la miré con cariño.-Y...¿que tal está Erik...?-pregunté bajando la voz.Me preocupaba ese chico...
La mirada de Clarissa se volvió triste.
-Igual...o incluso peor...-meneó la cabeza disgustada-Temo tanto por ese chiquillo...-suspiró.
-Vamos,ya verá como razona algúno día.-le besé la frente,tranquilizándola.-Bueno,tengo que marcharme.Más tarde me pasaré.-dije volviendo sobre mis pasos.
-¡Adios mi niña,que Dios te proteja!-gritó,y reí por lo bajo saliendo de allí.

Me acerqué de nuevo al monasterio para visitar a las hermanas.
Entonces ví a Erik allí,podando los arbustos.Tomé aire y me acerqué a saludarle.
-Buenos días...-susurré,saludando con la mano.

-Pues...vine a Londres a terminar la carrera...-le dije de manera tímida.-Echaba de menos este sitio.-le miré.-¿Y...y tu,como has estado estos dos años?

-¿A mi?-reí-Solo las hermanas...soy como su hija.Pero no pienso hacerme como ellas,en absoluto.-miré hacia el cielo.-Yo no me quedo aquí de por vida...

Volví a mirarle.
-No creo en Dios,aunque te parezca extraño.Solo creo en mi misma...y con eso basta.De la Iglesia solo me gustan los valores del amor y todo eso,aunque la mayoría de las veces no se sigan.

Me estremecí,y suspiré.
-No hace falta que lo digas...-murmuré.
Caminé hacia dentro del monasterio.
-Nunca se lo diría a ellas-le dije-.Aunque saben que no me haré como ellas.

-¿Qué otro Dios existe para ti?-grité,sin acercarme al sótano.No quería molestarle...

Me quedé parada un momento,sin reaccionar.
Después fuí rápidamente,entrando en el sótano con el.Todo era tan oscuro...
-Ya está.

Me mordí el labio,mirándole sin sentarme.
-¿Allí abajo?No quiero molestarte...pero para mi no existe ni el uno,ni el otro.

Miré la foto ladeando la cabeza.
Me acerqué a la mesa,alargando la mano para tocarla...pero me detuve y le miré.
-¿Puedo?-le pregunté.

Abrí los ojos,sorprendida.
-No pensaba decirlo...-musité.Salí del sótano,observándole una última vez.-Si quieres hablar...y no tienes ganas de matarme...-bromeé,aunque me había asustado un poco-Buscame.-y salí de allí.