La caída del pirata

A Lillyan no le agradaba en absoluto el tono que el Comisionado había empleado con ella, hipócritamente zalamero, dulcemente imperativo, como si tratase con una chiquilla cualquiera que le pide permiso a su padre para salir de bares.

Comisionado: -Tienes venticuatro horas, Lillyan querida, para sacarle toda la información posible al norteamericano, de no ser asi, tendrá grandes lios y el sera consignado a FBI-

La ojiverde sonrio por compromiso cuando abandonó aquella enorme oficina, preguntandose si el tamaño del lugar compensaba alguna carencia en otro ámbito. Aquello hizo reir a la mujer de cabellos de fuego y mirada de lince mientras se dirigía a la sala de interrogatorios con un peso extra de archivos inútiles sobre el hombre que estaba a punto de conocer en persona -pues la fama de Ashen era bastante sonada en toda la fuerza-

La sala estaba en un piso subterráneo, ajena al barullo de los burocratas que firmaban papeletas sin preocuparse de nada más. Ahí abajo, en el reducto olvidado de Dios, mandaban ellos, los policias, los detectives, la justicia por mano propia. El lugar estaba fuertemente custodiado, guardias armados guardaban el paso a interior del recinto de interrogaciones, dispuestos a matar y despues preguntar.

Lillyan entró en la sala anexa, donde apagó la videocámara que filmaba tras un espejo y, con un suave chasquido de sus dedos, mando a descanso a quienes custodiaban el equipo.

Solo así se permitió entrar a la sala donde se hallaba el detenido, mirando a las dos moles humanas que descansaban en el rincon sin quitar la vista del custodiado y armados hasta los dientes.

-Cualquiera diria que esperan que tomen por asalto esta sala. Andando, déjennos solos. Estaré bien-

Guardia: -Tu no nos preocupas Lillyan, nos preocupa lo que pueda sucederle a él cuando este a solas contigo-

Mas ambos hombretones salieron de la estancia y se perdieron en los pasillos; la detective apagó entonces la grabadora que estaba en la mesa y miró por encima de la cabeza del preso, recibiendo con desagrado su propio reflejo de brava cabellera roja y diamantina mirada jade. Lillyan detestaba su rostro, no por que fuese poco atractiva, si no por que era una copia calca más joven de su media hermana Angelus Citta, capo de la mafia italiana, y enemiga acérrima de la detective.

-Bien Ashen, dejemos los juegos de lado. Tu quieres ser libre y yo quiero hundir a tus jefes. Ahora, dime todo lo que necesito saber de Wade Harbin y la reunion que supuestamente tiene en Nueva York con los demas capos-

Lillyan frunció los labios ante la respuesta del hombre. No, eso no era lo que ella buscaba, y tampoco iba a aceptar aquello, ¿acaso ese sujeto creía que era estúpida?; obtendria respuestas, sea como fuere y tomara lo que tomase.

-¿Y?, yo tengo un cachorro de Rotweiller. ¿Sabes lo patético que te escuchas utilizando a tu familia como tabla de salvación?-

La ojiverde se paseó por la sala, el único sonido que se escuchaba era el de sus tacones raspando el frío suelo de loza; perdía la paciencia, era una mala idea jugar con ella, era.. peligroso, dañino para la salud de Ashen.

Lillyan se detuvo justo frente a Jake, lo miró largamente y sin previo aviso, asestó un golpe en pleno rostro del norteamericano. La pelirroja no había llegado hasta donde estaba portandose de forma dulce y amable; llevaba la sangre ardiente de los italianos y el caracter impaciente de los Citta, una mala combinación.

-Ahora, intentemos de nuevo Ashen.. Dime todo lo que sepas de Wade Harbin y la reunion con los demas capos-

La detective miró por encima de su hombro, la puerta seguía cerrada, nadie habia acudido a toda prisa ante el ruido sordo del golpe, lo cual indicaba a todas luces que tenía carta verde para utilizar sus tan famosos métodos "poco ortodoxos".

La pelirroja encendió un cigarro, apartó la silla de la mesa y se sentó, cruzando las piernas con delicadeza propia de una gran dama.

-¿Y bien, Ashen?-

¿Cuando? ¿Cuando y como había caido en este abismo? ¿Acaso todo se trató de una enorme jugada de Wade? ¿No había sido lo suficientemente sigiloso para no dejar huella como Hacker? ¿Qué había hecho él para merecer este maldito castigo? ¡¿Qué?! Esas preguntas eran las que trataba de responderse mientras su cabeza se mantenía hacia un lado a causa del golpe que la detective le había propinado. Cada gota de sangre que escurría por su nariz y boca era como un gramo de su sanidad que se iba por el drenaje... estaba condenado y aunque cooperara no lo dejarían salir...

-...¿Porqué habría de decirselo?-

El miedo en su voz se desvaneció, ahora había seriedad y altivez. Y la mirada en sus ojos que se cruzaban con las de la detective lo demostraban, no cedería, aun estando con dos opciones de perder ó perder no pensaba ceder. De delatar a Harbin y salir, él mismo Wade le aniquilaría a él y a su familia y de no cooperar se le vería sometido a torturas con tal de hablar de la reunión de los capos... tema del cual sabía relativamente poco gracias al fallecido J.D.

-Aunque quisiera.... no puedo hacer mucho por usted, detective Citta-

Una muy suave risa salió de los labios del australiano. Escupió algo de sangre, alzando de nuevo la mirada hacia ella.

-El agente que ustedes mataron... era el hombre que hubiese podido ayudarlos-

Absolutamente nadie en Scotland Yard sabía que los responsables detrás de la muerte de Jorge Díaz se encontraban en ese mismo edificio, y ambos tenían sus propias razones para aquel asesinato por la espalda.

Lillyan esbozó una tenue sonrisa que casi rayaba en el deleite infantil; Jake Ashen no le haría las cosas fáciles y eso le divertía, despues de todo, ¿donde está la emoción de la caza si la presa se entregaba tras dar dos pasos?.

Unicamente se escuchaba la pesada respiración de hombre y los pasos de la detective en el frio suelo de loza; Lillyan anduvo de un extremo a otro de la habitación en completo silencio, para finalmente dejar escapar un suspiro, detenerse de nuevo frente al americano y mirarlo fija e inexpresivamente

-Sabes que si no hablas, probablemente no salgas vivo de aqui. ¿Tanto miedo inspira un imbecil como Harbin en un sujeto aparentemente inteligente como tu?-

Aquella pregunta fue hecha al aire, Lillyan se había sentado frente a Ashen y habia sacado el arma, depositandola entre ellos y haciendo una leve mueca.

-Una Beretta, el arma favorita de la escoria, el arma preferida de mi media hermana, una perra a la cual le dare caza al igual que a tu jefe, ¿por que no me ahorras el trabajo?-

Su voz era un suave y gélido murmullo, con delicadeza, tomó el arma entre sus manos y colocó el cañón justo debajo del mentón del hombre, sonriendo levemente y con una picardia chispeante que, de ser otra la situacion, habria divertido a todos.

-Sería una lástima tener que enviar tus cenizas a las dos dulces mujeres que alegran tu vida.. Me pregunto, ¿como reaccionara la pequeña cuando sepa que su padre ha muerto y que le seguira su madre si no obtengo las respuestas que busco?. No eres el unico con recursos, Ashen-

-Me subestima Detective...

Habló aun con la vista baja y sin querer alzarla de momento. No temía a Wade o a Ari, tampoco a Citta o a su esposo Gaspard... en esos momentos temía a todo sonido de la enorme y aislada sala de interrogaciones, escuchar los pasos de la pelirroja e imaginar aquella sonrisa infantil que cargaba todo el desprecio hacia él en esos momentos. Había traicionado a Scotland Yard y aunque cooperara no tenía garantía de salir en libertad... aquella que ya posiblemente solo la tendría en su mente.

-......-

Un hueco sonido de metal chocando contra la mesa fue lo que hizo que alzara ligeramente su visión hacia el arma que había sido depositada en el frío mueble de metal. Su mente se puso en blanco, no escuchó lo que Lilly dijo de su hermana y Wade... simplemente observaba el arma con una mirada inexpresiva y antes de darse cuenta ya aquel arma yacía bajo su mentón y su mirada se veía forzada a penetrar los ojos ajenos, llenos de malicia.

Frunció el ceño al escuchar aquella amenaza hacia Rosie y Elena, y por un segundo se levantó con intenciones de golpearla, solo para ser detenido por las cadenas que le sujetaban a la silla que se mantenía fija en el piso.

-Entonces sería igual a la persona que dice odiar, matando a dos inocentes que no tienen ni la mas remota idea de lo que sucede-

No midió sus palabras, pero sabía que desencadenarían una muy peligrosa reacción.

La risa cristalina y burlona de Lillyan reverberó en la estancia vacía al mismo tiempo que el tintineo "alegre" de las cadenas que sujetaban al hombre, impidiendole abalanzarse sobre ella por tal comentario acerca de su esposa e hija. ¿Hasta donde llegaría su crueldad, con tal de destruir a todo aquel que le negase la forma de acabar con Angelus?

La pelirroja rodeó al hombre sin desaparecer la adorablemente diabólica sonrisa de su rostro, tirando de las cadenas hasta obligarlo a sentarse de nueva cuenta, frunciendo los labios en una parodia de pensamiento. Y entonces, llegó. El comentario del estadounidense que borró la gélida sonrisa y la chispa divertida en la mirada de la mujer.

Grave error..

Jake Ashen habia cometido el más grave error de su vida enfrente de Lillyan Citta: Compararla, aunque fuese involuntariamente, con aquella mujer que odiaba con toda el alma. Aquel comentario había sido su sentencia de muerte.

La ojiverde tomó el arma y golpeó el rostro de Ashen con la empuñadura, y, sin importarle absolutamente nada, pateó la silla donde se hallaba sentado, y no conforme con ello, continuó pateando justo donde aquel hombre se hallaba, decargando contra él, toda la furia y la frustracion que la embargaba.

-Anda!, repite lo mismo!, atrevete a repetirlo, maldito bastardo!!-

Varios guardias llegaron, atraidos por el escándalo y sujetaron a Lillyan, que se debatia como fiera entre los brazos que la contenían. Finalmente, una voz fuerte, autoritaria, logró traer de nueva cuenta a la pelirroja al camino de la "cordura", ocasionando que esta se calmara casi de inmediato.

-Sueltenlo y lárguese, dejennos solos-

Susurró con frialdad, entregando el arma a uno de los guardias mientras los demas la miraban confundidos

-He dicho que lo suelten, pedazos de incompetentes!, ¿No son capaces de acatar una orden?!-

Apenas y tuvo tiempo de abrir los ojos cuando recibió un golpe inesperado de la detective, siguieron uno y otro y otro y otro y otro. No podía pensar ya que una patada de la detective y sus gritos de histeria, retándolo a repetir aquella frase que de hacerlo terminaría por acabar con la vida del hacker y seguramente su esposa e hija también perecerían por el comentario del australiano ¿Había valido la pena? Tal vez si, tal vez no... estando atado a una silla arrastrándote por el gélido piso no era el escenario perfecto para pensar.

Escupió algo de sangre, sin prestar atención al número de la detective que desesperada trataba de desgarrar a Ashen centímetro por centímetro. Con la visión nublándose por la falta de aire de los golpes, no sintió cuando las cadenas fueron soltadas y los guardias se retiraban quedándose nuevamente a solas con la furiosa Citta. Jake sonrió con las pocas fuerzas que aun le quedaban mientras trataba de recuperar el aliento.

-Hehehe... A-ahora s-si.... esto es divertido-

Lentamente y como pudo se puso en pie, con su respiración tan agitada que parecía que sus pulmones reventarían y la mirada inyectada de odio hacia la detective que parecía corresponder el sentimiento. Escupió nuevamente sangre hacia un lado, tomando asiento tranquilamente, si quería salir entero necesitaba usar lo que le había infiltrado allí en primer lugar: su inteligencia.

-Propongo un trato, detective. Yo daré mi confesión pero quiero algo a cambio-

Su mente trabajaba en una manera de salir afectado y beneficiado a la vez, algo bastante extraño pero que de resultar él terminaría con las manos limpias del asunto.

Lillyan le dio la espalda todo el tiempo, la cadenas tintinearon al caer al suelo, los pasos firmes de los guardias anunciaron su retirada y solo entonces, la pelirroja se permitió un largo suspiro extenuado mientras volvía a mirarse reflejada en aquella superficie pulida y falsa que parecía un espejo.

Con parsimonia, se soltó el cabello, sacudió ligeramente la cabeza y con la misma, lo recogió nuevamente en un estilizado y práctico moño que sujetó con un alfiler de plata, rematado en el adorno de un Lirio. Lilly. El nombre de aquella mujer que su padre había amado y odiado al mismo tiempo.

-De acuerdo Ashen, se terminaron los juegos-

Al dar media vuelta, Lillyan dibujó en sus labios una fria, tierna, amplia y muy taimada sonrisa, de esas que congelan al más valiente y presagian tormentas ineludibles.

-¿Que tal si me das lo que te pedí, te pudres en una celda el resto de tu corta vida, y tus dos mujeres pagan el precio de tu estupidez?-

Su voz era un murmullo bajo y contenido. Peligroso. Extremadamente peligroso. Los que conocían a las Citta huían ante esa delicada expresión de enfado antes de que todo explotara y los llevara entre los pies.

Lillyan suspiró de nuevo, encendio un cigarillo y exhaló el humo lentamente

-De acuerdo Ashen, ¿que propones?-

La sonrisa taimada de la ojiverde no desaparecía, Lillyan Citta-Carvazzo seria muchas cosas, menos tonta. Todo lo que hacia, incluso cuando perdía el control, tenía una razon de ser, aunque no lo aparentase.

En definitiva aquellas palabras terminarían por traer consecuencias, pero si hacía todo bien entonces podría salir de allí ileso, o eso quería pensar. Le habían dejado solo nuevamente aunque el plus era que Lilly ya no tenía armas para amenazar y el estaba libre lo cual sería un punto a favor, de no ser por los golpes que la mujer le había propinado con anterioridad.

-En primer lugar, necesito que confíe en mi. Si no hay confianza entonces no podrá encontrar a su presa, detective.

El primer paso sin duda era el más complicado. Tenía que tratar de recuperar la confianza de los que había traicionado por una causa en vano, recuperar la confianza de Adi, de Alexander y sobretodo la de esta mujer. Haría negocios con ella después de todo, y si quería que salieran bien tendrían que confiar 100% el uno al otro.

-En segundo lugar, necesito mi computador y una conexión a internet. Con ello podemos empezar a trabajar

Sería bastante dificil, pero no podía echarse hacia atras ahora. Era todo o nada, jugar a ganar y nada menos. Lo conseguiría por su esposa y su hija que le esperaban que regresara sano a casa. Por ellas tenía que volver, ese pensamiento era lo único que le permitía soportar los golpes y torturas a los que se vería sometido si se atrevía a jugar con Scotland Yard de nuevo.

-Sonará descabellado... pero soy lo único que le puede ayudar a llegar a Harbin y Citta-

Lillyan no pudo evitarlo, una risa fresca, desfachatada e irónica surgió de sus labios al momento que encendía un cigarrillo y clavaba la gélida mirada en el hombre frente a ella. !Si que tenía agallas para sugerir tal cosa!, ¿que confiase en él?, por favor!, si hasta la escoria más baja sabía que la detective no confiaba ni en su propia sombra.

-¿Confiar en ti, Ashen?, has traicionado a Scotland Yard, a tus jefes y quien sabe a cuanta gente más, ¿en verdad crees que confiaré en ti sin mas?-

La pelirroja sacudió la cabellera de fuego con una chispa divertida en la mirada, conocía el juego de Ashen, despues de todo, ella lo había implementado centenas de veces antes.

-Tu ordenador..-

Lillyan se había puesto de pie y daba vueltas por la estancia, meditando y acariciando algo dentro de su bolsillo. Finalmente, se dio media vuelta y encaró a Ashen colocandole algo alrededor de la muñeca: Una fina pulsera color plata.

-¿Sabes que es esto, Ashen?, es un pequeño juguete que los rusos me han "regalado", posee un curioso mecanismo, si intentas quitarlo, bueno... digamos que pasaras a mejor vida más rapido de lo que dices "hacker". Ahora, tendrás tu ordenador, y cada paso que des, lo tendras que reportar conmigo. Ah si, y si haces algo fuera de lo normal, entonces, creo que tu mujer y tu hija pagaran las consecuencias-

Lillyan le enseñó un fotografia reciente, tomada minutos antes, desde el móvil de uno de sus guardias.

-Tu decides Ashen, vivo o muerto, me da igual-