Casa de Alyena Varhöyt.

Mi casa. Esta custodiada por perros de caza y cinco guardias. Todos estais bienvenidos, todos excepto los rusos claro.

Entro en mi casa. Estaba totalmente desieta y me hacia sentir mal. Encendi mi cadena de musica con la música instrumental de Yiruma y me sente en el sofá mientras leia un libro.

Desde su coche observaba la casa donde residia Varhöyt. Via los guardias era demasiado peligroso y arriesgado acercarse.
Ve pasar a un chico que debia de estar pidiendo y le llama.
- ¿Quieres ganarte algo de dinero?
El niño asiente.
- ¿Ves esa casa?- le gira.- Tienes que dejar esto en la puerta, dile que eres el mensajero. Dejas el paquete y llamas a la puerta. ¿Entendido. Despues vuelves aqui.
- Si, señor.
- Muy bien.- sonrie.
El niño se acerca y deja el paquete. Ningun guardia le detiene como había supuesto. Llama a la puerta y sale corriendo hacía donde esta él. Le estiende un billete y el niño sale de nuevo corriendo.
Espera mirando a la puerta.

Llaman a la puerta y levanto la mirada. Me acerco y abro para descubrir a mis pies un paquete envuelto.
- Malcom.- llamo a uno de los guardias de la puerta principal.- ¿Quien ha dejado esto?
- Un niño. Dijo que era un mensajero.
-¿Ha estas horas?- susurro para mi.
Cojo el paquete y lo meto dentro. Desemvuelvo el papel de un tono rojo oscuro y abro la tapa. El paquete estaba lleno de cerezas.
Me giro y salgo corriendo por la puerta con la pistola en la mano. Malcom y los demás guardias se sobresaltan pero yo no les hago caso.
Espero ver un coche azul oscuro pero no lo veo.
- Malcom, llama a los guardias de la puerta interior, diles que busque un coche azul. Un Honda.- Malcom asiente y llama a los guardis.- Gracias.
Entro en la casa con la pistola en la mano. La rastro de arriba a abajo, pero nada. Dejo la pistola encima de la mesa.

Coloca el cañon de mi pistola justo en su espalda.
- Eres demasiado previsible, Varhöyt.- nota como se estremece y sonrie.- ¿Creias que te iba a atacar de frente? Sabes que soy demasiado rastrero si busco venganza.
Se agacha y busca su tobillo. Desengancha la pistola y se la guarda. Despues la sienta en el sofá. Solo era una cria.
- ¿Qué quieres?- chilla ella.
Viktor se rie.
- Venganza.- apunta a su cabeza con la pistola.- Quiero que sufras lo mismo que sufrio Samanta por tu culpa.

Le miro con odio y me cruzo de brazos.
- Solo cumplia ordenes, Viktor.- digo con desprecio.- Tengo que acatar las ordenes de mis superiores, no trabajo sola. ¿Por qué no te atreves a dar la cara frente a los peces gordos?
He herido su orgullo y veo que aún puedo salvarme.
- Sigues siendo tan cobarde y rastrero como siempre.- me levanto.- No aprendistas nada de Samanta.
Se envara y acerca más el cañon.
- No creo que estes en una situación perfecta para faltarme al respeto.
Trago saliva e intento recuperar mi autocontrol.
- Crees que no se que si hubieras querido matarme como dices, ¿no lo habrias hecho ya?- le miro con repugnancia.- Aunque eres mayor que yo, sigues siendo el mismo niño que vi casi llorando en el despacho.

Nota que la situación a dado un fuerte patinazo.
- Tienes razón.- baja el cañon y lo coloca en su cuello. Se acerca más a ella.- Es demasiado divertido verte temblando cerca de mí. Te dejare vivir, por supuesto. Eres un buen entretenimiento y yo no tengo nada mejor que hacer.- la sonrie.- Pero me puedo aburrir pronto, no me duran mucho los caprichos.
Saca uno de sus cuchillos y le hace un pequeño corte en el brazo. Alyena cierra los ojos y aguanta el dolor en silencio.
- Eso es para que no te olvides de mí.
La tira al suelo sangrando y sale corriendo de alli.

Me levanto del suelo y cojo mi pistola saliendo detras de él. Cuando llego ya no esta, pero veo un Porche negro saliendo a toda prisa de una calle cercana.
- De nuevo un coche rapido, ¿Eh Viktor?- sonrio.- Quizas me aburra yo de ti.
Noto pinchazos en el brazo y cogo una toalla. Me hago un torniquete improvisado y salgo hacía el hospital.

Entro en mi casa despues de haber dado ordenes vitales a mis guardias. Debian pedir el nombre de todo el que se acercara y avisarme antes.
Me di una ducha para despejarme y me puse una camiseta larga que me llegaba hasta un poco por encima de la rodilla.
Puse la tele y me diverti haciendo zapping.